Por Joanna López, Fundadora y Editora Principal
París no es simplemente un destino; es un diálogo constante entre la historia y la modernidad, entre lo grandioso y lo íntimo, entre los monumentos icónicos que todos soñamos ver y esos pequeños rincones donde late el verdadero espíritu parisino. Durante mis numerosas visitas a la Ciudad de la Luz, he aprendido que la magia de París no reside únicamente en lo que se ve, sino en cómo se vive.
Este itinerario de 5 días está diseñado para equilibrar los imprescindibles turísticos con espacios que permitan sentir el auténtico pulso de la ciudad. No pretende ser exhaustivo—París merecería meses de exploración—sino ofrecer un primer encuentro significativo que despierte el deseo de regresar.
"París no se acaba nunca. Si has tenido la suerte de vivir en París cuando joven, luego París te acompañará, vayas a donde vayas, todo el resto de tu vida." — Ernest Hemingway
Comienza donde París comenzó: en la Île de la Cité, isla fluvial que fue el núcleo original de Lutecia, el asentamiento romano que eventualmente se convertiría en París. Llega temprano a la Sainte-Chapelle para admirar sus extraordinarias vidrieras góticas con la primera luz. La entrada temprana te permitirá disfrutar de sus 1.113 escenas bíblicas en relativa soledad.
A pocos pasos encontrarás la majestuosa Catedral de Notre-Dame. Aunque la reconstrucción tras el incendio de 2019 continúa, vale la pena observar su imponente fachada desde la plaza y apreciar los trabajos de restauración. Hay puntos de observación designados que permiten comprender la magnitud del proyecto.
Cruza el Pont Saint-Louis hacia la Île Saint-Louis, significativamente menos turística que su vecina. Sus calles tranquilas, edificios aristocráticos del siglo XVII y tiendas tradicionales ofrecen una primera inmersión en el auténtico París. No dejes de probar el famoso helado de Berthillon (31 Rue Saint-Louis en l'Île), una institución parisina desde 1954.
Cruza al barrio Latino y piérdete por sus callejuelas medievales. Visita el Panteón, impresionante mausoleo neoclásico que alberga los restos de personalidades como Victor Hugo, Marie Curie y Alexandre Dumas.
Desciende hacia los Jardines de Luxemburgo, un oasis de calma donde los parisinos vienen a leer, conversar o simplemente contemplar la vida. Si el clima lo permite, compra un sándwich y queso en alguna de las excelentes queserías cercanas (recomiendo particularmente Fromagerie Laurent Dubois en Rue Saint-Antoine) y disfruta de un improvisado picnic junto al estanque central.
Termina la tarde explorando Saint-Germain-des-Prés, barrio que fue epicentro de la vida intelectual parisina. Detente en el histórico Café de Flore o Les Deux Magots, donde figuras como Hemingway, Sartre y Simone de Beauvoir definieron épocas enteras del pensamiento occidental.
No podemos evitarlo: la Torre Eiffel es un imprescindible. Mi recomendación es llegar apenas abre (9:30 en la mayoría de temporadas) para minimizar las esperas. Para una experiencia completa, sube hasta la cima; las vistas de París desde allí bien valen la inversión de tiempo y dinero.
Curiosamente, durante mi última visita conocí a Marcel, un parisino de 82 años que me confesó nunca haber subido. "Siempre hay tiempo para mañana", me dijo sonriendo, "aunque llevo diciéndome eso desde 1952". Su anécdota me recordó que a veces los locales desdeñamos lo que los visitantes atesoran.
Después, explora los alrededores y el Campo de Marte, extenso parque que ofrece magníficas perspectivas de la torre y donde podrás observar la vida cotidiana parisina: estudiantes con libros, familias de picnic, parejas enamoradas.
Dirígete al imponente Arco del Triunfo y sube a su terraza panorámica para una vista única de las doce avenidas que convergen en la Place de l'Étoile. El diseño urbano de Haussmann se revela claramente desde esta perspectiva elevada.
Desciende caminando por los Campos Elíseos, aunque advirtiendo que la famosa avenida ha perdido parte de su encanto tradicional y hoy alberga principalmente tiendas internacionales presentes en cualquier metrópoli. Sin embargo, vale la pena recorrerla para comprender su importancia histórica y especialmente durante las iluminaciones navideñas o el desfile del 14 de julio.
Conecta con la elegante Place de la Concorde para contemplar su obelisco egipcio y continúa hacia el Jardín de las Tullerías, otra magnífica creación de André Le Nôtre, el jardinero de Luis XIV.
Dedica la mañana entera al Museo del Louvre, antiguo palacio real convertido en uno de los museos más importantes del mundo. Con más de 35.000 obras expuestas, es imposible verlo todo. Mi consejo: selecciona previamente 8-10 obras o salas que realmente te interesen y céntrate en ellas.
La Mona Lisa de Da Vinci suele estar rodeada de multitudes, así que considérala como una rápida parada obligatoria antes de explorar tesoros igualmente valiosos pero menos acosados, como la Victoria de Samotracia, Venus de Milo o las habitaciones napoleónicas.
Dedica la tarde a Montmartre, el barrio que encarna el romanticismo parisino por excelencia. Comienza en la Plaza de los Artistas (Place du Tertre), aunque es notablemente turística, para después explorar las callejuelas adyacentes donde todavía residen artistas contemporáneos.
La Basílica del Sagrado Corazón (Sacré-Coeur) no solo ofrece un magnífico ejemplo de arquitectura romano-bizantina, sino también una de las mejores vistas panorámicas de París. Si puedes, quédate hasta el atardecer para ver cómo la "Ciudad de la Luz" hace honor a su nombre mientras el sol desciende.
Para una experiencia más auténtica, aléjate de las zonas turísticas hacia la calle Caulaincourt o la Rue des Abbesses, donde encontrarás bares y restaurantes frecuentados por parisinos y podrás sentir el espíritu del Montmartre real.
Le Marais representa la perfecta fusión entre el París histórico y el contemporáneo. Este antiguo barrio aristocrático, posteriormente zona judía y hoy epicentro de la moda y el diseño, revela diferentes facetas de la historia parisina en cada esquina.
Visita el Museo Picasso ubicado en el magnífico Hôtel Salé, mansión del siglo XVII que alberga una extraordinaria colección del artista español. Después, piérdete por las callejuelas medievales hasta llegar a la perfectamente simétrica Place des Vosges, la plaza real más antigua de París, donde vivió Victor Hugo.
Contrasta la experiencia histórica con una visita a La Défense, el ultramoderno distrito financiero que muestra otra cara de París. Su impresionante arquitectura culmina en el Grande Arche, monumental cubo hueco diseñado para ser una versión contemporánea del Arco del Triunfo.
Desde la explanada, disfruta de la perfecta alineación que conecta visualmente el Grande Arche con el Arco del Triunfo, el Obelisco de la Concordia y el Arco del Carrusel frente al Louvre, creando un dramático "eje histórico" que une el París más antiguo con el más moderno.
El último día es para personalizar según tus intereses particulares. Algunas opciones que recomiendo:
El Museo d'Orsay, instalado en una espectacular antigua estación de tren, alberga la mayor colección mundial de arte impresionista y post-impresionista. Ver obras maestras de Monet, Renoir o Van Gogh en este contexto es simplemente inolvidable.
Un recorrido por el Palacio de Versalles (30 minutos en tren RER desde París) permite comprender la opulencia de la monarquía francesa. Los jardines diseñados por Le Nôtre son una obra maestra paisajística que requiere al menos media jornada para apreciarse adecuadamente.
Descubre el Canal Saint-Martin y los barrios emergentes del noreste parisino como Belleville o Ménilmontant, donde la gentrificación convive con comunidades multiculturales creando un fascinante mosaico social y cultural.
París es una ciudad que se revela gradualmente a quien sabe observar. Entre la majestuosidad de sus monumentos y la intimidad de sus callejuelas, entre el arte consagrado de sus grandes museos y la creatividad espontánea de sus barrios emergentes, encontrarás no solo el París de las postales, sino el París que resonará contigo personalmente. Y ese es el verdadero souvenir que llevarás contigo mucho después de que este viaje termine.
La primavera (abril-junio) y el otoño (septiembre-octubre) ofrecen temperaturas agradables y menos turistas que el verano. París bajo la lluvia tiene su encanto romántico, pero para aprovechar al máximo los espacios exteriores, estas temporadas intermedias son ideales.
París es generalmente segura, pero como toda gran ciudad requiere precauciones básicas. Los principales problemas son carteristas en zonas turísticas y estafadores cerca de monumentos. Mantén tus pertenencias aseguradas y desconfía de "juegos" o peticiones sospechosas en la calle.
Aunque en zonas turísticas el inglés está bastante extendido, aprender algunas frases básicas en francés (saludos, agradecimientos, números) no solo facilitará tu experiencia sino que también mejorará notablemente la actitud de los locales hacia ti.
Aunque las colas pueden ser desalentadoras, la experiencia de subir ofrece perspectivas únicas de París que no obtendrás desde ningún otro punto. Reservar con antelación online y elegir horarios menos concurridos (primera hora o durante la cena) minimiza la espera.